Obviando que el mensaje "ElAzucarMata" viene del Minesterio de Consumo, para no entrar en el debate de quién es mensajero y centrarnos en el mensaje, damos un punto de vista sobre si es excesivo este tipo de afirmaciones y cómo afectan.
En España vamos tarde. Estamos muy lejos de ver este mensaje más allá Instagram y twitter. Hay países que ya han recurrido hace tiempo a mensajes contundentes y claros, que no dan lugar a medias tintas. En Chile, por ejemplo, el Ministerio de Salud pone etiquetas negras advirtiendo de los nutrientes más perjudiciales para la salud en los productos de consumo procesados. En México en estos productos se les pone carteles que advierten a la población de los riesgos de su consumo. Con el tiempo nosotros también llegaremos a ese punto, de eso no hay duda.
Precisamente un etiquetado que influya positivamente en la decisión de compra de productos del supermercado es algo que venimos exigiendo desde hace años los dietistas-nutricionistas, TSD y distintas instituciones sanitarias. Eso sí, un etiquetado claro, sin trampas y legible para el consumidor medio y sobre todo que no este creado desde la propia industria de la alimentación.
#ElAzucarMata. Es claro y directo. Sacado de contexto puede sonar excesivo y escandaloso. Pero los datos de obesidad y sobrepeso son los que son: muy malos.
Parte del debate sobre la afirmación del mensaje, se ha basado en que el azúcar en sí no es el causante de los 2,8 millones de muertes a nivel mundial por la enfermedad de la obesidad o el alarmante sobrepeso (datos de la OMS). Y es cierto. Si atendemos a la evidencia científica no podemos determinar que sea el causante. Pero como hay que hacer la mayoría de las veces con temas sobre alimentación, si atendemos al sentido común rápido nos damos cuenta que el azúcar refinado está excesivamente presente en miles de alimentos de consumo que nos rodean. Es el ingrediente estrella de los alimentos ultraprocesados e hipercalóricos, la mayoría de las veces oculto con otros nombres incomprensibles para la mayoría de los consumidores. Que al azúcar refinado se le señale con el dedo y abandere la mala fama de estos productos, es algo más que merecido. Y es merecido porque ya hemos tenido que aguantar décadas con muchos mensajes falsos sobre “los beneficios de su consumo”.
-->¿Está bien o mal ser tan contundente? Mirándolo desde un punto de vista sanitario está bien. Se necesitan mensajes claros y directos, que no den lugar a medias tintas, que impacten.
-->¿Comparar un sobre de azúcar con un cigarro es excesivo? Es una buena estrategia de marketing, igual que los productos ultraprocesados con cantidades ingentes de azúcar, tienen excelentes estrategias de marketing para animar a su consumo. Además, abre el debate para gravar más impuestos a productos indiscriminadamente azucarados y de pésima calidad nutricional.
-->¡Ah! ¿entonces mata, pero recauda? Por desgracia hasta que no nos tocan el bolsillo no solemos reaccionar. No hace falta poner ejemplos actuales, ya que todos los estamos viviendo. Además, los consumidores ya estamos pagando impuestos indirectamente por consumir estos productos altamente azucarados, ya que el gasto sanitario es desorbitado, muchas veces derivado de unos malos hábitos alimenticios. Por eso no solo debe de pagar más el consumidor final, la industria encargada de la fabricación de estos productos debería asumir buena parte de estos impuestos o por el contrario ofrecer mejores formulaciones al consumidor final. Hay que recordar que los que nos dedicamos a la sanidad preventiva, como somos los nutricionistas ya pagamos el 21% de IVA de la mayoría de nuestras consultas, ¿por qué no lo deben de hacer quien se dedica a fabricar productos que a la larga deterioran la salud?
-->¿Entonces el azúcar es el culpable de toda la obesidad y sobrepeso debido a la alimentación? No. Hay grasas trans, exceso de sal, desequilibrio en el consumo de grasas, una tendencia a la comer de manera exprés, sedentarismo… Pero que existan otros males no le hacen al azúcar mejor.
--> ¿Si es tan malo por qué no se prohíbe? Prohibir sirve de poco y no es la solución de nada. En realidad, poner mensajes y que solo se quede en un revuelo de redes sociales tampoco. Tenemos 365 días al año, con que tengamos buenos hábitos saludables más de 300 sería suficiente y compatible algún exceso. Hay que invertir en educación, sanidad, y más que nunca en sanidad preventiva. A medida que avance la década la población en países como España estará más envejecida, por lo que necesitará más atención sanitaria. No nos podemos permitir el lujo de tener generaciones con enfermedades y un gasto sanitario que se puede evitar previniéndolo. Simplemente no es sostenible. Si no actuamos ya, la frase “crisis sanitaria” de 2020 será solo un aperitivo para las que vendrán.
-->¿Y qué pasa con la industria azucarera y el sector de la remolacha? Es normal que un eslogan en que aparezca la palabra “mata” choque y moleste al sector señalado. Pero el revuelo es por un horizonte más tangible. Es un sector que sabe de sobra que se ha beneficiado durante décadas de una situación que ya no existe. El consumidor está mejor informado, tiene mayor poder de decisión y cada vez está menos dispuesto a tragar con un marketing que ofrece productos poco saludables como la solución a nuestra felicidad. Esto ya no es así y a medida que avancemos hacía 2030 lo será menos. El formar parte de esta transformación es unas de las mayores motivaciones del trabajo como nutricionista.
Esto va de que la salud de la población es la que tiene que ganar, no el gobierno de turno o la industria. Sectores como el de la remolacha pueden tener un espectacular futuro, y se necesita, en el ámbito de los bioplásticos, por ejemplo, pero no para ser la base de la alimentación humana.
Autor: Jose Luis Díaz Cruz