En ocasiones no somos conscientes de los peligros que entraña una mala higiene en los alimentos, pues la industria alimentaria se encarga principalmente de estas tareas. Es importante conocer los principales riesgos y adoptar buenos hábitos
La Agencia de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), tiene el mecanismo de vigilancia activa para alertar de cualquier incidencia a través de la Red de Alerta Alimentaria. El objetivo es velar por los consumidores para que no les lleguen productos ni alimentos no seguros para la salud.
Esta red, es una red de cooperación y está conectada con otras redes a nivel nacional, europeo y mundial para estar alerta las 24 horas del día los 365 días del año. De esta manera, es posible evitar que cualquier producto no apto para el consumo llegue a la población. Aún así, siempre existen riesgos y al ciudadano final, le puede llegar un producto en mal estado o que no cumpla los estrictos requisitos de seguridad e higiene alimentaria.
Cuando la Red de Alerta Alimentaria detecta una de estas situaciones, activa protocolos como los de comunicación a la ciudadanía y rápidamente pone en marcha mecanismos para retirar estos productos o alimentos del mercado. Por este motivo, cuando leemos noticias de retiradas o paralización de productos, en realidad estamos leyendo noticias de que estos mecanismos de control funcionan perfectamente. Por esto mismo, como consumidores, siempre debemos de tener cautela y aplicas unas mínimas acciones y buenas prácticas de higiene alimentaria. Enumeramos algunas importantes:
1- Lavar bien los alimentos, especialmente los cultivados: es algo básico, pero de gran importancia. En los alimentos cultivados pueden quedar restos de tierra, fertilizantes o insecticidas, que en la mayoría de casos contienen sustancias altamente nocivas para la salud. De igual modo, no olvidar limpiar bien las superficies de contacto donde se van a manipular los alimentos.
2- Nunca romper la cadena del frío: cuando los alimentos son congelados, los microorganismos reducen la actividad enzimática, pero no son destruidos. Es por esto que si son descongelados retoman su actividad, y si el producto es vuelto a congelar puede quedar contaminado.
3- Cocinar bien los alimentos: El calor que aplicamos al cocinar los alimentos destruye la gran mayoría de microorganismos perjudiciales que pudiera haber en ellos. Concretamente a más de 65ºC la mayoría de los microorganismos patógenos son destruidos. Es por esto que es importante que el calor afecte a todo el alimento durante al menos un par de minutos.
Los alimentos ya cocinados son más duraderos, ya que la cocción ha eliminado los microorganismos patógenos, sin embargo en la mayoría de casos se requiere de refrigeración posterior, ya que la temperatura ambiente fomenta la propagación de microorganismos.
4- Prestar atención a las características organolépticas de los alimentos: estas son las características físicas de los alimentos, es decir, color, olor, textura? Si a primera vista un alimento nos desagrada por su aspecto u olor debemos desecharlo para evitar riesgos.
El pescado fresco es altamente perecedero, por lo que debemos prestar atención a algunos rasgos, como los ojos, que deben ser brillantes y negros. La textura debe ser rígida y el olor fresco, con ?olor a mar?. Por último las branquias deben tener un color rojo brillante.
Respecto a la carne, nos fijaremos en los colores, roja para la materia muscular y blanca para la grasa, si vemos tonos marrones o amarillentos es mejor desecharla.
El huevo es muy sencillo de valorar, basta con introducirlo en un vaso, y si este se hunde significa que es fresco. Si flota, no es apto para el consumo, ya que significa que la cámara de aire se expandido y no es fresco, por lo que es mejor desecharlo.
5- Comprobar fechas de caducidad: en alimentos industriales debemos prestar atención también a las fechas de consumo preferente, que no es lo mismo que la fecha de caducidad. Los alimentos que superan la fecha de consumo preferente, siguen siendo seguros para nuestra salud (siempre que el envase esté bien y se hayan conservado como indica el fabricante), en realidad esta fecha nos indica nos indican cuando el producto empieza a perder las propiedades de calidad previstas. Alimentos como pastas, conservas, harinas, legumbres, arroz, congelados, aceite, miel... atienden a fecha de consumo preferente. Sin embargo, la fecha de caducidad hay que tomarsela muy en serio. Indica, que al superar este límite, el alimento ya no es seguro para la salud, ya que es muy perecedero. Estas fechas son las de la carnes, pescados, huevos o lácteos frescos. Antes de que caduque, estos alimentos si pueden congelarse para alargar su vida útil, pero siempre siguiendo las indicaciones de conservación y las instrucciones de consumo del fabricante, una vez abierto el envase.
Existen otros alimentos de consumo inmediato que no necesitan etiquetarse con fecha de caducidad, algunos saludables como las frutas y hortalizas frescas sin procesar, otros como panes o vinagres y otros poco o nada saludables como vinos, bebidas alcohólicas, chucherías, sal y azúcar.
Existen más medidas básicas de buenas prácticas de higiene alimenticio. Pero memorizar bien estas cinco es fundamental.
Autor: Enrique Duque